Nagoya fue la vía de entrada a este país,visitado el año pasado por dos de nosotros pero nuevo para Kiram y Noli.
Si alguien pregunta que tal Nagoya, la verdad no conocimos nada de sus encantos turísticos, el jetlag, Shanghái, el traslado de allí a Nagoya…nos dejaron aplomados, de Nagoya decir que salir del tren fue un sinfín de rascacielos y luces con un orden, disciplina y claridad total con respecto donde veníamos.
Nuestra referencia era un coachsurfing que nos alojaba en esta población, su casa, pero alejada del centro se encontraba en un barrio situado a media hora del centro.
Pese a la cultura nipona ,desconfiada en un principio de extraños, Sumiyo nos ofreció su casa sin estar ella, con un puerta abierta y con todas las comodidades para nosotros.
La conocimos el segundo día de estar allí y prácticamente no la vimos en toda la estancia, fue todo un lujo todo lo que nos ofreció.
Aprovechamos para hacer un poco de vida en familia y sobretodo evitar tomar transportes, centros comerciales y aires acondicionados ya que los últimos días tanto nos habían saturado.